Taboo es el último proyecto de Tom Hardy para la pequeña pantalla. Estrenada en enero, primero en Reino Unido para BBC One y pocos días después en Estados Unidos para FX, llegó a España de la mano de HBO.

Tenemos que remontarnos varios años atrás para llegar a la raíz de esta historia. Fue el propio Hardy quién le propuso a su padre escribir un personaje juntos y Edward «Chips» Hardy no pudo negarse. Tanto les gustó la idea que los Hardy desarrollaron una historia completa, querían romper con tópicos para hacer algo grande; crear un gran número de personajes bien atados y con una moralidad ambigua.

Una vez el proyecto tomó forma, el elegido para adaptar el texto y llevarlo a televisión fue Steven Knight (Peaky Blinders), viejo conocido de Tom Hardy. La dirección está repartida entre Kristoffer Nyholm y Anders Engström. El propio Hardy está entre los productores.

No es una serie de época más

1814. Tras 12 años en África y los bolsillos llenos de diamantes robados, James Keziah Delaney (Tom Hardy), vuelve a Inglaterra tras la muerte de su padre. Cuando todos lo daban por muerto, Delaney reaparece con muchas marcas visibles y otras que no lo son tanto.

Su llegada desencadenará un torrente de emociones, desde el temor hasta el amor, pasando por el odio y la envidia. Y es que tras la muerte de su padre, Delaney hereda el estrecho de Nutka, objeto de deseo de América y Reino Unido ya que de su posesión depende el éxito del comercio con China. Este regalo envenenado desata una batalla entre varios bandos, donde no ganará el más fuerte, si no el que menos escrúpulos tenga.

Pero Taboo no solo se alimenta de la lucha por la hegemonía comercial, también ofrece una primera linea en la lucha contra los demonios internos de Delaney -que no son pocos-. La brujería tiene un papel importante, junto con el amor incestuoso o el libertinaje.

Tom Hardy y los personajes complejos

Mirando la filmografía de Tom Hardy podemos encontrar un gran número de personajes complejos, con doble moral y poco gusto por las normas. Esto podría resultar monótono, pero el actor británico se encarga de crear unas características únicas para cada uno de sus personajes.

Delaney tiene un acento peculiar, que incluso cuesta entender en muchas ocasiones; tiene una manera de andar violenta y segura; un sinfín de sonidos guturales que están entre el gruñido y el gemido, con los que es capaz de decir lo que para otros actores supondrían varias frases. Pero, sobre todo, James Keziah Delanay es la elegancia combinada a la perfección con una imagen brusca y salvaje.

Delaney es hipnótico, mirándolo a él nos olvidamos por completo de Tom Hardy y de cualquiera de sus otros personajes. Se nota que ha sido escrito para él y lo convierte en el reclamo principal de la serie.

Secundarios de lujo

En la lucha por la hegemonía comercial la construcción de alianzas es vital y la inteligencia de los líderes de los bandos, también. Para dar buena cuenta de esto, los Hardy y Steven Knight le han dado el mejor respaldo posible a su historia. Unos personajes fuertes, valientes y con los intereses claros, consiguen que las tramas vayan solas. Prostitutas, travestidos, reyes, la compañía de las Indias, doctores, magos,… todos son bienvenidos en Taboo.

Conseguir que unos personajes tan variopintos no solo no desentonen, si no que casen perfectamente, es fácil cuando quienes les dan vida son actores de la talla de: Jonathan Pryce, Franka Potente, Stephen Graham, Oona Chaplin o Mark Gatiss.

Aciertos y errores

Taboo es una serie llena de aciertos. Los más importantes, sin duda, son su cast y su ambientación. La ambientación y la escenografía consiguen meternos de lleno en la historia. La suciedad y el mal olor nos acompañan durante los 60 minutos escasos de cada capítulo. Cuenta con un vestuario magnífico y una banda sonora sutil, pero adecuada.

Errores. Divaga demasiado. Poco a poco se va alejando de su planteamiento original, mucho más atractivo que lo que se nos ofrece finalmente. A pesar de tener solo 8 capítulos, es una serie espesa, para digerir poco a poco. No es de esas para ver de una sentada, porque tampoco lo pide.

En resumen, Taboo es una buena serie. Correcta en su planteamiento y perfecta en su ejecución.