La apuesta más rentable de la productora Ganga, “Cuéntame como pasó”, la serie más longeva de la historia de la televisión en España, que lleva desde el año 2001 narrándonos las hazañas y desventuras de los Álcantara, una familia que sentimos como propia, despidió el pasado jueves a uno de sus personajes principales. La ficción se estrenará la próxima temporada huérfana de las idas y venidas de Miguel Álcantara, interpretado por el siempre brillante Juan Echanove.
Y yo me pregunto ¿Era necesario? ¿De verdad Bernardeau y Oristrell necesitaban darse el lujo de prescindir del talento de Echanove? El actor, ni corto ni perezoso, ha concedido entrevistas a lo largo de estos meses para dejar constancia de que su marcha de la serie no ha sido por voluntad propia. En clave de humor, Echanove ha mostrado su pesar alegando que “mi novia me ha dejado plantado después de doce años”, y es que la muerte de cualquier otro personaje hubiese escocido menos que la de Miguelón, el eurocomunista forofo del Atlético de Madrid.
El capítulo 328 titulado “El rayo verde” nos regaló esa escena buñuelesca de Miguel sufriendo un infarto fulminante bajo un cielo encapotado de la estepa castellana y ante la atenta e incrédula mirada de su hermano Antonio, que tras la muerte de su De Gaulle se va a quedar más irascible de lo que, ya de por sí, es.
No es la primera vez que la productora Ganga se cubre de gloria por el mal trato a sus actores. De hecho, en esta temporada no solo hemos despedido a Echanove, si no también hemos visto como la veterana Lluvia Rojo decía adiós al personaje de Pili, eso sí , la actriz fue la que tomo la decisión. Hará un par de años cuando se anunció que el personaje de Inés Álcantara, la mayor de los hermanos, volvería a ser interpretado por la actriz Irene Visedo, la audiencia se quedó perpleja ante ese cambio cuando ya se habían acostumbrado a la Inés que interpretaba Pilar Punzano. De hecho esta última se despachó a gusto contra la productora y en especial contra Imanol Arias, al que no escupió en la cara porque no tuvo ocasión. Duramente criticada por su actitud, ahora, dos años después, se han visto corroboradas sus palabras.

Es una auténtica lastima como se han quitado del medio de un plumazo y en un sin sentido a un personaje que, probablemente, sea el mejor de toda la serie. Pero más triste aun es ver como Miguel Álcantara que aportaba ese toque de razón y humildad a una familia que se ha convertido en la jet-set de un barrio obrero, ha sido vilmente destripado, manipulado y retratada en una versión caricaturesca de lo que tanto odiaba. Presentado como un rico inexperto, con el pelo rubio platino, actitud exquisita y una casa en Benidorm con asistentes filipinos incluidos, se ha vapuleado la esencia de quien hasta la temporada pasada era un comunista declarado. Un cinismo que los guionistas quisieron arreglar en el último capítulo con un dialogo que, aunque sublime en interpretaciones por parte de Echanove y Arias, al final se convierte en una reflexión superficial de lo verdaderamente importante de cara a una muerte que, sorprendentemente, el propio personaje parecía intuir.
La crónica de una muerte anunciada y no deseada por una audiencia que, ahora, resignada y dolorida, solo puede ver la continuación de una serie, irremediablemente, coja de una de sus patas.