Con el estreno Capitán América: Civil War a nuestras puertas y para ser justos con ambos bandos, hoy os traigo mi crítica de Iron Man 3 (Shane Black, 2013), cierre de la trilogía del Hombre de Hierro (que no de Acero, ojo). Una cinta cuanto menos divertida y que mejora el listón frente a su anterior entrega (mérito ninguno, eso sí), a pesar de que la influencia de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) haya hecho mella en ella.
Podéis leer la crítica del otro bando aquí: ‘Capitán América: El soldado de invierno‘.

Tony traumado, Pepper «On Fire» y un ¿mandarín?
Si algo se puede sacar en claro de esta película, es que no tiene nada que ver con sus dos anteriores entregas en lo que a fórmula y esencia se refiere. No se ha mantenido prácticamente nada del personaje, y echando la vista atrás, se añora un tanto el humor un tanto gamberro y a veces adulto de nuestro querido Tony Stark, sustituido en Iron Man 3 por bromitas Disney de lo más inocentes, salvándose alguna que otra secuencia. Pero sus 1215 millones de dólares justifican bastante la acción de adaptarlo a todos los públicos, ¿me equivoco?
Los guionistas Shane Black y Drew Pearce han creído conveniente mostrarnos la historia de un Tony más humano que máquina, y eso se nota en el hecho de que a ratos deambule por un género de acción mucho más físico al estilo de películas más cercanas al realismo y no a la ciencia ficción. Si bien no alcanza el clímax de acción marvelita que caracterizaba a sus predecesoras, elige un camino menos explorado que no convence demasiado en su resolución. Una pequeña odisea del Hombre de Hierro entre destacables partituras de Brian Tyler.
Y si de algo se ha caracterizado esta película, es que su segunda mitad es cuanto menos “sorprendente”. Pero “sorprendente” en el sentido de la sorpresa que te llevarías si de repente te apuñalan a lo Juego de Tronos y después te reviven para que lo experimentes cien veces más. Esa fue mi reacción tras ver lo que le hicieron al Mandarín, uno de los villanos más icónicos del personaje (por no decir el que más) y uno de los mejores presentados en el MCU. Y todo a la mierda a cambio de unas cuantas risas de esas que las haces por no llorar. Pero la historia avanza y su batalla final te hace olvidar el despropósito con el que te han tratado como seguidor de los cómics. ¿No querías sorpresa en el filme? Pues toma sorpresa. Diez euros, por favor.
Aunque, poniéndonos con el final, esta ha sido de las películas más controvertidas en lo que a su desenlace respecta, y es que sinceramente a mí tampoco me parece demasiado acertado que digamos poner a Gwyneth Paltrow con ropa de pilates a repartir hasta las trancas de Extremis. Y eso de que Iron Man ya no sea Iron Man, sin comentarios. La de palizas que se habrán llevado este par de guionistas, madre de Dios…
Soy Iron Man, y porque yo lo valgo
Un reparto curiosamente por encima de la media cierra esta tercera entrega con un Robert Downey Jr. demasiado reprimido por el chiste fácil de Disney, que podría dar mucho más de sí, Ben Kingsley pletórico en su primera parte como Mandarín y luego ya… Mejor no pensarlo.
El resto, la ya nombrada Gwyneth Paltrow, bastante aceptable, la verdad, Jon Favreau deja la dirección para redimirse en un simpático Happy Hogan, y Don Cheadle pasa por ahí. Y da golpes. Y habla. Y ya está.
En lo que a villanos respecta, Guy Pearce hace lo que puede con su papel de villanos monigote de Disney que al salir de la sala no te acordarás ni de su nombre (“yo soy el Mandarín”, dice. Menudo pringado), James Bagde Dale, otro que tal baila, y poco más. Sólo destacar un adorable pero hecho para rellenar Ty Simpkins. Madre mía, cómo se nota que esta la ha hecho Disney…
En conclusión, un desaprovechado y con falta de carisma Tony Stark en una película más de entretenimiento Disney de quita y pon. Esperaba más, pero bueno.
LO MEJOR:
Algún que otro chiste, el reparto y por supuesto la batalla final llena de pirotecnia y CGI. Los créditos molan, también. Y la BSO está por encima de la media de Marvel.
LO PEOR:
Esa aberración que se hace llamar Mandarín y un final bastante vomitivo, la verdad.