En 2014, Xavier Dolan estrenaba a los 25 años su quinta película como director, “Mommy”.
La cinta, ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes, relata la relación de amor-odio entre una madre viuda luchadora y malhumorada y su hijo Steve, un adolescente que sufre de un trastorno de déficit de atención con hiperactividad, violento e incontrolable.
Con una estética videoclipera y un gran conocimiento musical, Dolan mezcla sin complejos a Oasis, con Lana del Rey o Andrea Bocelli; la principal característica de «Mommy» es el modo en el que está rodada, casi por completo en formato cuadrado 1:1; lo que supone que se estreche el plano de visión, provocando cierta angustia y enclaustramiento en el espectador.
Según el propio director, la razón para rodar en este formato es que quería que nos centrásemos en los personajes, que son lo más importante de la película. Aunque si me preguntáis a mi, creo que una de las razones es para realzar la grandeza de la escena que traemos hoy, donde el plano se amplía.
Esta escena es una ilusión, un sueño inalcanzable, el deseo de algo imposible, un anhelo que nunca se verá cumplido. Y la muestra del poderío visual que puede alcanzar el cine del director canadiense, acompañado de la maravillosa pieza musical de Ludovico Einaudi, “Experience”…Maravillosa, sin más.