El cine colombiano está cargado de un reflejo social, a veces tan crudo que mucha gente acaba por repudiarlo, pues no están de acuerdo en ver ilustrado el drama que en todos los rincones del país se vive a diario. Las tres películas que citaré en este texto, son ejemplo de esa violencia radical y éstas se desarrollan a la sombra de tres mujeres.
Hace algunos meses, realicé un especial sobre tres interpretaciones masculinas por las que vale la pena ver cine colombiano. Así como lo prometí en aquella ocasión, hoy hablo de tres interpretaciones femeninas dignas de ver.
MÓNICA EN «LA VENDEDORA DE ROSAS» (1998)
Esta película es un hito en la historia del cine colombiano por todo lo que representa. Fue la segunda película de Víctor Gaviria en estar nominada a la Palma de Oro en Cannes. Su gran esfuerzo por realizar una película con personas del pueblo, en condiciones nada fáciles, ha sido aplaudido hasta el día de hoy.
Lady Tabares, quien interpreta a Mónica, logra crear un personaje memorable. Es una niña de calle que guarda en sí un especie de inocencia que lentamente su estilo de vida, impuesto, le va quitando. Ella es una metáfora de la inquebrantable esperanza que guardan las personas más pobres del país.
CHOCÓ EN «CHOCÓ» (2012)
A Karen Hinestroza, una habitual actriz de telenovelas, le dieron la oportunidad de hacer cine en el 2012 y realmente, se ha dejado la piel en su personaje. Ella, interpreta a Chocó, una mujer que tiene quizás 20 o 22 años pero que ya es madre y vive con su marido, un borracho que solo espera a que amanezca para ir a jugar dominó.
Lo primero que resulta interesante es que el director haya decidido llamar Chocó al personaje, pues para los que no viven en Colombia, ese es el nombre del Departamento más pobre del país y ella representa eso; la pobreza y todos sus males. Es una mujer que hará cualquier cosa por cumplir el sueño de su hija Candelaria: una tarta para su cumpleaños.
SORAYA EN «ESTRELLA DEL SUR» (2013)
Esta película es uno de los mejores reflejos sociales que he visto en los últimos años del cine colombiano, pues es sencillamente atroz. Es el drama de la limpieza social llevada al cine. Un barrio azotado por el crimen organizado (Bacrim) que arrolla todo a su paso, sin importar el qué, el cómo y el dónde.
Julieth Restrepo, interpreta a un profesora recién graduada en la universidad que llega a uno de los barrios del sur de Bogotá, a tratar de enseñar algo de literatura. Su personaje recuerda en cierto sentido a La Maestra, obra de teatro de Enrique Buenaventura. Ella, intentará no permearse del horror que viven sus estudiantes, pero no todo sale como quiere.